“Si la filosofía piensa al ser y la phisis determina al ser. Quien piensa al ser lo hace de modo metafísico”. 

 ¿Qué es pensar? 

Es la pregunta que debe urgir a quien desee llegar a un punto tal, que abra un pasaje directo a la respuesta por la crisis del pensamiento occidental. 

 La crisis del pensamiento occidental está situada en el centro de esta pregunta.  

 Crisis que supone una pérdida de gravedad en la visión de la realidad. Aún más, esta pérdida de gravedad, es un dislocamiento de los procesos intuitivos y los perceptivos del pensamiento. Cómo puede sobrellevarse la crisis en los ángulos más sutiles, en las más esenciales partículas de cualquiera de las realidades, por donde transita el ser, si se ha perdido casi en lo absoluto la visión del hacia dónde se va, o mucho peor: por donde se transita 

 Buscamos un propósito metafísico: Deslumbrarse por el descubrimiento del en-sí.  

 Las preocupaciones de un humanista:  

 ¿Hay unidad de pensamiento en las diversas esferas de la totalidad de la humanidad? 

¿Hay humanidad? 

¿Hay Totalidad o Totalización? 

¿Hay realidad o chispazos de fragmentos de imágenes, sin contactos entre sí? 

 Hay “unidad”, pero ideológicas.  

Hay “humanidad”, pero solventada.  

Hay totalización de ideas, según el poder y sus intereses.  

Hay chispazos lentos y eventuales, que de suerte iluminan esporádicamente el camino.  

 Pensar el ser, ha sido el error, no encubierto ni-sin propósitos, una determinación del poder en el empoderamiento de la verdad.  

 El pensar el ser, es de lo que se discursa tanto en pequeños círculos de intelectuales, cuando se teoriza sobre la fragmentación social, cultural, política, etc. La fragmentación de las diversas realidades, no es otra cosa que la expresión óntica, por ello, no-fundamental, de la profunda crisis de identidad del ser. Llevar al debate sobre la fragmentación de la sociedad, no es otra cosa que justificar las causas de la misma. 

 Nadie está de acuerdo en unificar la existencia de la vida, no es un negocio rentable.   

 ¿Puede acaso describirse al ser como aquello que se pueda escindir, analizar en partes, desmembrar como un elemento de investigación de la mecánica? 

 Pensar encierra en sí mismo la especulación, la deliberación entre una premisa y otra. Este proceso de deliberación, contrae indefectiblemente un desgaste de la verdad del elemento puesto en análisis. Con todo esto, debemos declarar abiertamente, que la descripción del ser que es en definitiva pensar al ser, nos da como resultado aquella fragmentación de la que se discurre y como contra-cara, decimos también que, de esta manera, el ser no es factible de pensarlo.  

 La consecuencia de este proceder trae nefastas consecuencias en el marco de lo conceptual y de la praxis: Si hay fragmentación en las diversas realidades por las que transita el ser-humano, no es por la densidad de especulaciones sobre economía, política y cultura o la Postmodernidad y su expresión filosófico-económico de la Globalización, sino que es fundamentalmente por la disgregación del ser, como un elemento óntico, que se cree, que se puede introducirlo en una probeta para analizarlo. Pensarlo.  

 La entificación del ser, es el peor resultado del pensar al ser. La deliberada valentía del ente que ha pretendido siempre apoderarse de la esencia, no para desarrollar vida, libertad, dignidad, sino que ha sido con fines ajenos a la vida misma. Aquella deliberada osadía, que en otros términos lo nombramos como prepotencia propia de la perspectiva hegeliana sobre la histórica.  

 Se ha traspasado la historia: historiándose en los sistemas propios de la política, de la educación, de la economía, de la cultura y el arte, en las relaciones humanas, en la familia, incluso en la guerra. Es la historización del ser.  

 Esta historización que en su verbo diremos: este historizar al ser, ha llegado a niveles de oscuridad manifiesta y una transparencia del mal, inéditos en nuestros días. 

  El ser-humano está disgregado internamente. Es un yo y un a-yo. Es un sujeto sin yecto, no puede estar posicionado frente a un destino por construir. Es contradictorio de manera obscena, la historización banal y ligera, ha construido un ser-humano que no reflexiona su historia, que no la construye, que no desarrolla un camino a seguir. No hay camino.  

 No hay ser-humano. Lo propio del ser-humano es la construcción. El dejar huella, es hacer historia.  

 ¿Y por qué declaro estas angustiantes conclusiones? Porque debemos denunciar y profetizar el “crimen del ser” que se está ejecutando minuto a minuto.  

 La entificación del ser, transfiere la materia a la esencia, quitando el aliento de vida del ser, es la petrificación del ser. La cosificación.  

Hay una determinación violenta del ser a partir de la realidad material. Es la metafísica occidental que equivocadamente-supo-entender al Poder como división, como marginación permanente de lo no-productivo por debajo de lo que solo genera divisas.  

 El único modo de pensar (aunque contradictoria la expresión) que no es metafísico, es aquel que es incapaz de dividir, fragmentar, sino más bien, es aquel que se dispone a esenciar a las diversas realidades, esclarecer el claro de su verdad. Recuperar el estar-ahí, el ser-ahí. Al ser-humano. 

 Para lograr que el resultado sea efectivo, el objetivo fundamental es escindir al ser-humano, poner de rodillas su dignidad y su integridad. De tal forma que la única salvación del ser-humano sea hacerse la pregunta constante sobre su permanencia en la existencia, y la respuesta, desde ya impuesta, es aquella que surge de una Economía Liberal y una Política sin ideologías, donde el ser-humano se encuentra desvalido en una permanente pérdida de fundamento y yecto.  

 La Metafísica Occidental no es el Fundamento que antecedía la Luz del ser. Sino más bien, la estrategia oscura del poder para acabar con la verdadera reflexión del sujeto, sobre su dimensionalidad, su corporeidad, su interioridad, su esencialidad, su mundaneidad.  

 De la reflexión se pasó a la maquinación del yo-pienso. (No es factible situarse en el pensamiento Cartesiano: ego ergo sum) ya que aquel Racionalismo ha quedado muy lejos, desde que la Revolución Industrial desplazó la interioridad del ser, por la “interioridad” de la máquina.  

Con el pensar maquinal se cree que el ser-humano podrá llegar a sus profundidades y así poder develar el misterio de su existencia. Es decir, deslumbrar su esencialidad.  

Nada de esto resultará. Todo ha sido pensado para reproducir un modelo de vida basado en los “intereses materalistas” del ser-humano.  

 Metafísica Occidental es la des-estimación de todo lo “meta” por sobre aquello que simplemente se expresa en la realidad material.  

 En definitiva, la Metafísica Occidental es una falsificación ideológica por parte del poder. Quien quiera ser poderoso, sea un muy buen metafísico.  

 Como también, basado en el anterior párrafo, se puede explicar el éxito de políticas populistas, economías de mercado especulativo, que se esfuerzan en crear un sujeto habido de líderes que le indiquen cómo vivir o en el peor caso desde la creación de leyes que manejan las conciencias, desde un vaciamiento de la esencia misma del sujeto, transformándolo en un sujeto mero-existente. 

Y los programas de televisión que ofrecen soluciones banales sustentadas en el azar y en las competencias basadas en estrategias conductuales, vacías de valores humanos. Los medios de comunicación y las redes “sociales” son literalmente la viva expresión del Mito de la Caverna de Platón. El ser encadenado, destinado a solo dar valor a las sombras de su pobreza óntica.   

 Lo Religioso, lo político y la Comunicación son dos bastiones poderosos en la construcción social.  

 El tiempo de la Metafísica Occidental es el a-espacio del sujeto sin huella. En ello yace la preocupación de un filósofo, con la melancolía de los primeros metafísicos, callados por el advenimiento del platonismo.  

 Rodolfo Ceferino Altamirano González. Filosofo 

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